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Conozca la Verdad

  • Joyce Meyer.
  • 21 jun 2016
  • 2 Min. de lectura

En mi libro El Campo de Batalla de la Mente, escribo acerca de Juan, una persona del tipo de bajo perfil. Él era un hombre que había sido abusado verbalmente por su madre y ridiculizado por sus compañeros de colegio en la infancia. Odiaba la confrontación y no podía enfrentarse a su esposa, María era de carácter fuerte.

Juan estaba convencido de que no era bueno enfrentar a nadie, ya que iba a perder de todas formas. Creía que la única manera de llevarse bien era siendo tranquilo y aceptando lo que pasara.

Juan también creía otra mentira--que no era amado realmente por Dios. El había creído las mentiras del diablo, por eso se sentía así. "Me sentí como si Dios le hubiera dicho al mundo, 'Cree en Jesús y serás salvo.' Había conseguido algo así como un paquete de oferta--pero nunca sentí que era digno de ser amado."

Si el enemigo de su mente puede convencerlo de que es muy malo o sin valor, el ha creado una fortaleza en su mente.

Aunque Juan era un cristiano, su mente había sido aprisionada por su enemigo.

Juan necesita saber que es amado, y que es tan valioso para el reino de Dios como Pablo, Moisés o cualquier otra persona. Para que Juan gane su batalla y derribe las fortalezas que el diablo ha construido, el necesita conocer la verdad. Jesús dijo, " si ustedes . . . [permanecen en Mi palabra], serán verdaderamente

Mis discípulos. y si conocerán la Verdad, la Verdad los hará libres" (Juan 8:31b-32).

Juan aprende la verdad a medida que lee la Palabra de Dios, ora y medita sobre lo que a le dice a él. También aprende que a medida que practica la Palabra de Dios en su vida diaria y tiene la experiencia de ver que funcina tal como Jesús dijo que haría.

He aprendido de la Palabra de Dios y de las experiencias de vida, que la Palabra de Dios está llena de poder y que derribara las fortalezas que Satanás ha construido en nuestras mentes.

No puede ser libre a menos que sepa que las armas de la guerra están disponibles para usted y que puede aprender a utilizarlas.

Señor Dios de los cielos, acuerdame que soy importante para Ti y que soy amado por Ti, incluso si no me siento amado. Ayúdame a entender que yo soy tan importante para Ti como cualquier otro cristiano y que Tu me amas tanto como los amas a ellos. Te agradezco en el nombre de Jesucristo. Amen.

Tomado del libro Devocional, El Campo de Batalla de la Mente por Joyce Meyer.


 
 
 

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